Una semana

Una semana.
Una semana atrás me dijeron dos veces en una noche que mis zapatillas son lindas, que andaba bien vestida. Dos hombres diferentes, en dos lugares diferentes. Raro pero cierto. El ego quedó por allá arriba.
Hace una semana no sabía que tenía tantas ganas de irme de viaje, hoy quiero subirme al avión. Hace una semana me daba pena no ver a mi mamá y mi papá tanto tiempo, hoy no me da pena, hoy quiero que pase luego el mes y algo que queda para estar al otro lado del mundo.
Hace una semana en mi cabeza una voz me dijo algo, jamás la había sentido tan fuerte y han pasado días y creo que la voz se equivocó.
Los días parecieran pasar lento, pero es justo todo lo contrario. Siempre es todo lo contrario, pero por algo pasan las cosas y ahi está el problema: yo quiero que pasen rápido, la impaciencia me come y de nuevo he caído en el vicio de quererlo todo para ayer.
Quisiera olvidarme de tantas cosas y hacer caso omiso a otras, pero no se puede: las cosas como son no más, es lo que hay y no espere más por que no va a haber más.
A veces las sonrisas se me escapan y los dedos se me ponen helados y cuando me pasa eso me acuerdo de García Márquez y quisiera que estuviera al lado mio dándome un consejo cuando la turbiedad de emociones se avecina y su bipolaridad se hace presente. Soy feliz así como soy, así como estoy, así como me ven, me escuchan y me sienten y no quisiera que nada ni nadie pertubara eso. Odio que la gente diga cosas que no son, cuál es la necesidad digo yo, para eso prefiero que no me toquen la puerta y me dejen en la tranquilidad de mi música, con el huracán que suele provocar.
Me carga tener que estar pendiente de ésto o de aquello. Ya no quiero, ya estoy cansada. Ahora camino tranquila al lado del camino como dijera Fito, me gusta estar ahí de espectadora y no de protagonista.
Pasa que pasa, pasa que no pasa. Pasa que me daba miedo y pasa que ahora es lo que más quiero. Pasa que sonrío sin motivos y prefiero que sea así: sin motivos.